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Puerto Prensa

Las memorias de un extrabajador portuario de San Antonio

Inició como gruero eléctrico y nunca imaginó los progresos que tendría la industria, que solo en San Antonio mueve más de 22 millones de toneladas anuales. Aquí el relato de un hombre testigo de cambios generacionales.

Jueves 11 de noviembre de 2021

El extrabajador portuario Jorge Guzmán León (88), conocido cariñosamente como “El Joya”, tiene un amor inmenso por San Antonio y el puerto, pues ha sido aquí donde pasó gran parte de su vida laboral, se casó con María Elena Medina y tuvo tres hijos: Viviana, Jorge e Iván, de los cuales siente un gran orgullo.   

Admite que para él los avances tecnológicos no han pasado desapercibidos y se siente un privilegiado de poder ver la magnitud de las grúas Ship to Shore (STS) que operan en los terminales concesionados, junto con los nuevos métodos para la descarga de mercancías desde los buques.

En ese sentido, relata que los más de 25 años de entrega a su puerto querido le dieron las herramientas necesarias para comparar el ayer y hoy de una industria en pleno crecimiento mundial, y que tiene como protagonista a San Antonio con su proyecto de expansión.

En 1952 el también integrante de la agrupación Raíces del Puerto inició su trayectoria como gruero eléctrico, momento que marcó un antes y un después en su vida. “Para desempeñarme como tal debí tener un aprendizaje de seis meses. Eso era lo que demoraba ser gruero”, explica.

Añade que “no solo se trataba de aprender el manejo de las máquinas, también había que saber trabajar con el tipo de mercadería que se movilizaba. El gruero tenía que levantar o bajar la carga”.

Algo en lo que enfatiza Guzmán fue en los riesgos que existían en la labor portuaria. La falta de elementos de seguridad para el personal se veía con frecuencia y muchos, según describe, asistían a sus funciones con la ropa que usaban a diario.

“Era un trabajo lindo pero peligroso. Muchas veces los estibadores no tenían ningún tipo de protección con ropa de seguridad. Ellos usaban lo que tenían. Las botas de seguridad eran fundamentales, pero en ese tiempo había que conseguirlas. Usaban un saco como turbante, camisa manga larga, incluso alpargatas”, acotó.

A pesar de eso, para este exgruero el puerto siempre fue rápido. Una buena coordinación permitía dar celeridad a la carga y descarga de productos como el carbón o maíz.

“Llegaban los movilizadoras y subían por una tabla. Había que tener mucha fuerza para cargar sacos de 80 a 100 kilos. Nosotros teníamos grúas eléctricas alemanas y francesas distribuidas en el Molo y en el Espigón, un total de 40 aproximadamente. La gente quedaba impresionada de lo rápido que fuimos”, comenta el hombre que hoy vive en Barrancas.

Asimismo, sostiene que “el resto del personal pertenecía al taller de emergencia. Reparaban las grúas con problemas y eran mecánicos, electricistas y también había fragua. Era un numeroso grupo y muy capacitado. Había mucho trabajo. En el muelle entraban tres buques y existía un atracadero para los pesqueros”.

La llave del puerto

En 1979 Jorge Guzmán decidió retirarse. Sin embargo, la mayoría de sus recuerdos llevan el nombre de San Antonio.

“Yo nací en Barrancas en una población de portuarios y me siento feliz de eso. Mi padre y mi hermano trabajaron en el puerto. Mi padre era maquinista. Después yo fui gruero. Nos conocían como la llave del puerto por lo importante que éramos los grueros”, dice.

En esa línea, resalta que “estamos en un lugar lindo que progresa día a día. Es una alegría haber pertenecido a este gremio. Ahora el puerto lo encuentro fabuloso, nunca pensé que las grúas serían tan poderosas”.

Guzmán concluye que el desarrollo portuario es clave para los habitantes de San Antonio. “Con Raíces del Puerto comentamos que es muy bueno que crezca. Que se expanda, que se haga otro puerto porque eso significa progreso para la ciudad y trae mucho trabajo”, insiste.

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